sábado, 27 de julio de 2013

Mi pequeña golondrina (parte 3)

26 de junio de 1916.

    Mi pequeña golondrina, los días aquí son cada vez peores. Me acuesto con el sonido de las bombas y metrallas, pero nunca consigo conciliar el sueño y si lo hago, en mis sueños también libro batallas sangrientas, veo a mis compañeros morir y la tierra sangra por donde quiera que voy. El ejército alemán ha conseguido abrirse paso hasta Francia y en Verdún, los franceses defienden como pueden su patria.

    Ayer, el general movilizó a una pequeña parte de nuestro ejército hacia el río Somme con la intención de apartar a los alemanes de Verdún y dividir sus fuerzas. Así que, ahora vamos de camino hacia ese río, avanzamos deprisa, pero el cargamento, las armas y las provisiones frenan notablemente nuestro paso. No sé por qué, golondrina, pero la idea de ir a ese río me remueve las entrañas como si me estuviera dirigiendo hacia la mismísima Muerte. Ya no le encuentro el sentido a esta guerra, todo el mundo quiere volver a casa. Incluso los alemanes tienen miedo y quieren irse del campo de batalla. En la última contienda en la que formé parte, vi a un alemán delante de mí. Mi mano estaba preparada en el gatillo, dispuesta a apretarlo y acabar con ese hombre, pero algo me detuvo. Me quedé mirándolo fijamente y en sus  ojos lo único que pude ver fue miedo y ganas de volver con su familia, de estar lejos de allí. Me alejé de él sin disparar y ya no sé qué habrá sido de él.

    Siento mucho no poder escribirte tan a menudo como a mí me gustaría, pero si no estamos luchando contra los alemanes, estamos luchando contra los turcos o los búlgaros. Me pongo a escribirte cada vez que puedo. A veces tardo semanas en escribirte una sola carta que ni siquiera sé si llegarás a leer, pero al menos vivo con la certeza de que tú y Amy estáis a salvo en casa. Os echo mucho de menos, mi dulce golondrina. Cuánto desearía coger a Amy entre mis brazos, hacerla reír y jugar con ella. Algún día estaré allí con vosotras dos, en nuestra casa de Ivybridge y ese diminuto coche amarillo. Sueño con el día en el que te pueda volver a ver y conocer por fin a mi pequeña… solo hay que esperar a que esta guerra acabe.

    Me despido de ti e intentaré escribirte lo antes posible. Junto a esta carta te envío también una rosa que encontré hoy en el camino. Me pareció increíble que hubiera sobrevivido a tanta destrucción y horror, pero esa pequeña rosa me ha dado esperanzas, golondrina. Ahora sé que se puede sobrevivir, que hay luz al final del túnel. Espero que te llegue y no te preocupes por mí. Estaré bien.


    Dale un beso a Amy de mi parte.

    Os quiero.

Connnor Cardew.



1 comentario:

  1. Holis, te he nominado en mi blog, así que pásate por el para que veas...Besos.

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