26 de junio de 1916.
Mi pequeña
golondrina, los días aquí son cada vez peores. Me acuesto con el sonido de las
bombas y metrallas, pero nunca consigo conciliar el sueño y si lo hago, en mis
sueños también libro batallas sangrientas, veo a mis compañeros morir y la
tierra sangra por donde quiera que voy. El ejército alemán ha conseguido
abrirse paso hasta Francia y en Verdún, los franceses defienden como pueden su
patria.
Ayer, el
general movilizó a una pequeña parte de nuestro ejército hacia el río Somme con
la intención de apartar a los alemanes de Verdún y dividir sus fuerzas. Así que,
ahora vamos de camino hacia ese río, avanzamos deprisa, pero el cargamento, las
armas y las provisiones frenan notablemente nuestro paso. No sé por qué,
golondrina, pero la idea de ir a ese río me remueve las entrañas como si me
estuviera dirigiendo hacia la mismísima Muerte. Ya no le encuentro el sentido a
esta guerra, todo el mundo quiere volver a casa. Incluso los alemanes tienen
miedo y quieren irse del campo de batalla. En la última contienda en la que
formé parte, vi a un alemán delante de mí. Mi mano estaba preparada en el
gatillo, dispuesta a apretarlo y acabar con ese hombre, pero algo me detuvo. Me
quedé mirándolo fijamente y en sus ojos
lo único que pude ver fue miedo y ganas de volver con su familia, de estar
lejos de allí. Me alejé de él sin disparar y ya no sé qué habrá sido de él.
Siento
mucho no poder escribirte tan a menudo como a mí me gustaría, pero si no
estamos luchando contra los alemanes, estamos luchando contra los turcos o los
búlgaros. Me pongo a escribirte cada vez que puedo. A veces tardo semanas en
escribirte una sola carta que ni siquiera sé si llegarás a leer, pero al menos
vivo con la certeza de que tú y Amy estáis a salvo en casa. Os echo mucho de
menos, mi dulce golondrina. Cuánto desearía coger a Amy entre mis brazos, hacerla
reír y jugar con ella. Algún día estaré allí con vosotras dos, en nuestra casa
de Ivybridge y ese diminuto coche amarillo. Sueño con el día en el que te pueda
volver a ver y conocer por fin a mi pequeña… solo hay que esperar a que esta
guerra acabe.
Me despido
de ti e intentaré escribirte lo antes posible. Junto a esta carta te envío
también una rosa que encontré hoy en el camino. Me pareció increíble que
hubiera sobrevivido a tanta destrucción y horror, pero esa pequeña rosa me ha
dado esperanzas, golondrina. Ahora sé que se puede sobrevivir, que hay luz al
final del túnel. Espero que te llegue y no te preocupes por mí. Estaré bien.
Dale un beso a Amy de mi parte.
Os quiero.
Connnor Cardew.
Holis, te he nominado en mi blog, así que pásate por el para que veas...Besos.
ResponderEliminar