Las lágrimas amenazaban con salir a los
ojos de Jane. Nunca había leído algo tan triste y a la vez tan lleno de amor
como esas líneas escritas por su bisabuelo.
-Esa fue la última carta que me escribió.
Al oír la voz, Jane se giró sobresaltada
hacia la izquierda. Su bisabuela estaba fuera del coche mirando la carta que
ella tenía en sus manos. Rápidamente se enjugó las lágrimas.
-Él no volvió, ¿verdad? – consiguió
preguntarle a la mujer.
-No – dijo simplemente.
Jane volvió la vista a la carta que todavía
tenía entre sus manos y sus ojos se posaron en la palabra “rosa”.
-¿Llegó la rosa que te envió? – volvió a
preguntarle.
Una sonrisa apareció en el anciano rostro
de su bisabuela y en su mirada apareció un brillo de nostalgia y amor tan
fuerte que a Jane le dieron ganas de ponerse a llorar de nuevo.
-Sí, esa rosa llegó con la carta –
respondió – Y aún todavía la tengo conmigo.
Jane miró a su abuela con una expresión de
extrañeza en el rostro.
-¿Cómo es posible? – preguntó incrédula –
Ha pasado mucho tiempo desde que llegó la carta.
Su bisabuela la miró con una dulce sonrisa
en el rostro.
-Ven – le dijo simplemente.
La muchacha obedeció a su bisabuela y salió
del coche tras dejar la carta sobre el asiento. Una vez fuera, cogió la mano
que le ofrecía su anciana parienta y las dos caminaron hacia el fondo del
jardín.
-Cuando llegó la carta – empezó a decirle
la mujer – la rosa estaba casi marchitada, aún así, guardaba la esperanza de
que pudiera crecer de nuevo.
Llegaron al fondo del jardín y Jane observó
con asombro el enorme rosal que había visto antes. Había muy pocas rosas en él
debido a que la estación en la que se encontraban, pero Jane pudo ver que las
rosas eran de un rojo muy fuerte, que contrastaba con todo el lugar.
-¿Plantaste la rosa? – preguntó casi en un
susurro.
-Así es. Nunca pensé que fuera a
sobrevivir, pero puse mucho empeño en que pudiera seguir adelante. Y ahora,
cada vez que salgo al jardín, recuerdo a tu bisabuelo y siento que una parte de
él está conmigo.
-Es muy bonito – dijo la chica sintiendo
que estaba a punto de echarse otra vez a llorar.
Bisabuela y bisnieta se quedaron en el
jardín contemplando aquel hermoso rosal mientras una suave brisa les mecía el
pelo y hacía que las hojas del árbol susurraran. Jane podía notar el amor que
sentía su bisabuela por ese hombre que perdió la vida para defender a su país
hace más de noventa años. Contemplando ese rosal, Jane se dio cuenta de que ese
amor no había desaparecido con el paso de los años y sabía que mientras ese
rosal estuviera allí, la historia de sus bisabuelos siempre permanecería viva.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Pues esta era la última parte del relato, así acaba la historia. Espero que os haya gustado :)