Hoy voy a contaros la historia de los amantes de Teruel. Todo el mundo ha oído hablar de ellos, pero ¿quién conoce su historia?
El otro día fui a Teruel y tuve la ocasión de saber lo que les ocurrió a estos dos amantes. Aquí os dejo su historia:
Juan e Isabel se conocieron siendo los dos muy jóvenes y
ambos se enamoraron perdidamente el uno del otro. Sin embargo, debido a que los
dos procedían de clases sociales diferentes, no podían estar juntos. Ella era
hija de un señor muy rico y poseedor de varias tierras, mientras que él, era
hijo de un campesino.
Un día, Juan le prometió a su amada que iría a buscar
riquezas por la tierra y el mar y que dentro de cinco años volvería para
convertirla en su esposa. Juan marchó e Isabel prometió esperarle, pero su
padre estaba deseando que ella contrajera matrimonio con alguno de los hijos de
sus amigos adinerados. Ella siempre rechazaba a los candidatos de su padre,
siendo fiel a la promesa que le hizo a Juan y esperando a que él volviera.
Los cinco años pasaron y el joven no aparecía y ella no
había recibido ninguna carta por parte de él, por lo que la esperanza de Isabel
decayó, mas ella siguió esperándole un par de años más. Pero, finalmente, Isabel
perdió toda esperanza y aceptó casarse con el hijo de un buen amigo de su
padre.
Pocos días después del enlace, Juan llegó de su largo viaje
en el que consiguió reunir la riqueza suficiente como para poder casarse con
Isabel, pero cuando a sus oídos llegó la noticia de que ella había sido
desposada con otro hombre, su corazón se rompió. Aún así, quiso hablar con su
amada para saber si ella le seguía queriendo.
Se coló en la habitación de Isabel, se puso junto a ella y
la despertó. Ella se alegró muchísimo de verle, pero también se asustó, ya que
su marido estaba durmiendo a su lado y temía que se despertara y viera a Juan
allí. Los dos amantes se miraron fijamente hasta que Juan rompió aquel
silencio.
-Bésame, que me muero – le dijo en un susurro.
Eso era lo que Isabel más deseaba en ese mundo, pero recordó
que ahora estaba casada y debía serle fiel a su marido, por lo que ella rechazó
su petición.
-Bésame, que me muero – volvió a decir el joven, pero ella
volvió a negarse.
Ante su rechazo, Juan cayó desplomado sobre las sábanas.
Isabel no se creía lo que veían sus ojos: su amado había muerto delante de
ella. Alarmada, ocultó el cuerpo de Juan, despertó a su marido y le dijo:
-Cuéntame alguna locura.
Su marido, extrañado por su petición, accedió a ella y le
contó una locura. Cuando terminó, Isabel le dijo:
-Ahora me toca a mí contarte una locura – y le contó todo lo
relacionado con Juan y cómo había muerto a sus pies.
-¿Y por qué no le besaste? – le preguntó su marido.
-Porque tú eres mi marido y tengo que serte fiel – le dijo
ella a lo que él le dijo que debía ser
elogiada por su inmensa fidelidad, pero aún así, él le seguía diciendo que
tendría que haberlo besado para que no hubiera muerto.
-Tenemos que sacarlo de aquí – le dijo a su esposa –. Si
alguien lo encuentra creerá que he sido yo el que lo ha matado.
Así que los dos cogieron el cuerpo de Juan y en mitad de la
noche lo llevaron hasta la casa de su padre, donde lo encontraron a la mañana
siguiente.
Isabel seguía dándole vueltas a ese beso que no le había
dado y sentía que ella era la única culpable de su muerte, por lo que, antes de
que lo enterraran, decidió ir a darle un beso.
El día del entierro, Isabel se acercó al muerto, pasando
entre las filas de parientes de Juan y siendo observada por todos ellos, pero a
ella no le importaba, en su mente solo estaba el deseo de darle a su amado el
beso que no le había concedido.
Al llegar junto al cuerpo de Juan, se inclinó sobre él y le
dio un suave y dulce beso en los labios inertes, para después, dejarse caer
sobre él.
Los parientes del difunto no vieron bien que una muchacha
que ni siquiera era de la familia estuviera así sobre el cuerpo de Juan, por lo
que se acercaron a ella para decirle que se apartara, mas Isabel ya no les oía,
ya no podía moverse. Había muerto junto a su amado.
Nadie entendía nada de lo que acababa de ocurrir, pero
entonces el marido de Isabel les explicó lo que ella misma le había contado la
noche en que Juan se coló en su habitación. La gente se emocionó con aquella
historia y el propio marido fue el que dijo que los enterraran juntos.
Desde entonces, los cuerpos de Isabel y Juan descansan
juntos, enterrados entre los muros de Teruel, mientras su historia de amor recorre
todo el mundo y permanece viva en la memoria de la gente.
Espero que os haya gustado :)