“Un día menos” pensó Laura mientras tachaba
con un rotulador rojo un cuadrado con el número 30 que correspondía al día del
mes de junio. Le dio la vuelta a la hoja del calendario y ante ella apareció el
mes de julio con el primer día completamente rodeado y marcado con muchas
flechas de colores. Una sonrisa se cruzó por su rostro cuando pensó en lo que
le esperaba al día siguiente.
Todavía sonriendo, se metió en la cama y, a
pesar de estar a más de treinta grados, se tapó con las finas sábanas. Por fin
volvería a verlo, a Miguel, a su amigo desde hace más de seis años, desde que,
cada verano, sus familias van a pasar el mes de julio en el mismo hotel de La
Manga. Laura no podía esperar a ver a ese muchacho de ojos marrones y pelo
castaño con el que había pasado esos veranos tan increíbles. “Mañana” fue su
último pensamiento antes de quedarse dormida.
***
Nada más dejar las maletas en la habitación
del hotel, Laura salió corriendo de allí para encontrarse con su amigo.
Parece ser que he llegado antes que tú jajaja
Te espero en las tres palmeras del paseo marítimo :)
Nos vemos. Un beso.
Los dos habían quedado en que, el primero
que llegara le enviaría un mensaje al otro para decir dónde verse. Obviamente,
el primero que llegara elegía el lugar. Laura creía haber llegado la primera,
ya que en todo el viaje no había recibido ningún mensaje de Miguel, por lo que
se sorprendió cuando su móvil vibró con la llegada de un mensaje.
Bajó por las escaleras en vez de usar el
ascensor, ya que por experiencia sabía que se tardaba mucho menos tiempo en ir
por las escaleras.
Cuando llegó a las tres palmeras en las que
habían quedado, el corazón de Laura latía muy fuerte debido a la rápida
carrera. Al ver a su amigo allí, esperándola, aumentó el ritmo la velocidad y
fue corriendo hacia él para darle un fuerte abrazo. Miguel la estrechó con
fuerza mientras los dos reían. No se habían dado cuenta de lo mucho que habían
deseado ese encuentro hasta que los dos estuvieron juntos.
-¡Eh! – le dijo Laura mientras se separaba
de él – Has crecido – dijo mientras le miraba a los ojos, que ahora se
encontraban a más de diez centímetros de altura sobre los suyos.
-No he crecido, lo que pasa es que te has
convertido en una enana – le respondió el chico mientras le revolvía la larga
melena oscura.
-Pero parece que tu manía por tocar cabezas
sigue ahí – dijo ella apartando la mano del chico de su pelo y sonriendo a la
vez.
-No hay que perder las buenas costumbres –
dijo él simplemente con una amplia sonrisa.
Los dos empezaron a caminar por el paseo
marítimo y se contaron las cosas que habían hecho durante ese largo año en el
que no se habían visto, a pesar de que ya se lo habían dicho todo por teléfono.
De todas formas hablaron y hablaron durante horas, aunque lo que más les
importaba a los dos era disfrutar de la compañía del otro.
Eh! Quiero la segunda parte
ResponderEliminarMe ha guztado :)
Besoos!^^
Intentaré subir la segunda parte esta tarde, pero si no puedo, la subiré mañana sin falta :)
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